Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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1445
Legislatura: 1891-1892 (Cortes de 1891 a 1892)
Sesión: 23 de febrero de 1892
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 142, 4023-4024
Tema: Revisión de los expedientes de las clases pasivas de Ultramar

El Sr. SAGASTA: Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: El Sr. Sagasta tiene la palabra para alusiones personales.

El Sr. SAGASTA:¡Pero qué empeño tiene el señor Ministro de Ultramar en obligar a que hable en este momento el partido liberal, y yo en su nombre, cuando se limitaba a presenciar resignado este debate verdaderamente anormal por culpa de S. S. y del Gobierno de que forma parte! Porque ¿qué culpa tiene el partido liberal de que el Sr. Presidente del Consejo de Ministros enmendara la plana al señor Ministro de Ultramar, ni de que el Sr. Ministro de Ultramar se conformara con la enmienda del señor Presidente del Consejo de Ministros, y el Sr. Ministro de Ultramar variara en absoluto y por completo de actitud y de opinión? (El Sr. Ministro de Ultramar: ¿Dónde está eso? ¡A probarlo! - Rumores en la minoría liberal. - El Sr. Presidente del Consejo de Ministros: De eso se trata, de probarlo.) ¿Qué culpa tiene el partido liberal de que después de los fieros con que nos vino aquí el Sr. Ministro de Ultramar, haya tenido que transigir con aquellos mismos con quienes riñó tan descomunal batalla, para acceder a lo mismo que pedían y para echar por tierra todo aquello que él mismo había sostenido? (El Sr. Ministro de Ultramar: Pero ¿dónde está eso?) ¿qué dónde está eso? ¿No ha transigido S.S. con el Sr. Ochando? (El Sr. Ministro de Ultramar: No.) Pues entonces el Sr. Ochando ha transigido con el Sr. Romero Robledo, y se ha ido al campo del Sr. Romero Robledo. Una de dos: o el Sr. Ochando se ha ido a las opiniones del Sr. Romero Robledo, o el Sr. Romero Robledo se ha ido a las opiniones del Sr. Ochando; yo creo lo segundo, porque así lo creen todos.

¿Para qué hemos de entrar nosotros ahora en un debate que nadie entiende, porque después de todo ha habido tales transacciones y tales mudanzas, y además tales hipocresías (porque cuando se hacen las cosas vale más declararlas y confesarlas), que ya nadie sabe lo que se discute, que ya nadie sabe lo que se quiere, ni nadie sabe lo que va a salir de este proyecto de ley? Nadie sabe de qué se trata; no lo sabe el Gobierno, ni lo sabe el Sr. Ministro de Ultramar, ni lo sabe la mayoría ni las minorías; es más: no lo saben tampoco los interesados. (Risas.)

¿Qué quiere saber el Sr. Ministro de Ultramar? ¿Qué piensa el partido liberal respecto de esta cuestión? Pues lo que piensa respecto de todas: que cuando traiga el partido liberal un proyecto de ley, le traerá mejor estudiado para sostenerle mejor que lo ha sostenido S.S.; le traerá mejor estudiado, por que no haya lo que ha habido ahora, y es, que al Sr. Ministro de la Guerra le pareció mal el primer proyecto del Sr. Ministro de Ultramar, y a consecuencia de ello estuvo a punto de ocurrir una crisis, y el proyecto se modificó; y después que se ha modificado, por lo visto tampoco estaba muy conforme el Sr. Ministro de Ultramar, y se quiere venir otra vez al primitivo proyecto; pero como el primitivo proyecto no le parece bien al Sr. Ministro de la Guerra, porque no le parece bien tampoco a las clases militares, resulta que ahora se viene a hacer una mixtificación para que sea el primitivo proyecto y no sea el primitivo proyecto, para que sea el dictamen de la Comisión y no sea el dictamen de la Comisión, para que sea, en fin, un barullo, un completo barullo.

Por eso las minorías liberales votaron ayer una enmienda, por el sentido de la misma, sin reparar en que esa enmienda en algunos de sus preceptos pudiera interpretarse de modo que quebrantara algún derecho legítimamente adquirido; pero después de todo, se votaba la toma en consideración de esa enmienda, para después examinarla detenidamente, y si había en ella algo que quebrantase en poco o en mucho algún derecho adquirido al amaro de la ley, modificarla en el sentido de que desapareciese ese quebranto. Y si ayer se trataba sólo de ver si se tomaba en consideración la enmienda, ¿por qué no habíamos de votarla, si después de todo no iban a regir definitivamente las disposiciones de la misma? Cuando se vota la toma en consideración de las enmiendas, se vota su sentido general, con ánimo de modificar aquello que sea modificable cuando se discutan formando ya parte del artículo en que han de figurar. Eso es lo que votó ayer la minoría liberal; ni más, ni menos.

Por lo demás, voy a decir al Sr. Ministro de Ultramar el pensamiento del partido liberal en este punto. Entiende el partido liberal que las leyes de 1885 y 1888 son bastantes para impedir los abusos que hasta aquí se han cometido en la declaración de derechos pasivos por servicios prestados en las provincias de Ultramar, y que no se necesita más que el severo cumplimiento de aquellas leyes; pero si se quiere modificar esta legislación dentro del respeto a todo derecho, entiéndase bien, por la ley, y dentro de la ley conseguido, con mayores restricciones para la declaración sucesiva de derechos pasivos y con la tendencia a obtener las mayores economías posibles, el partido liberal no se opone ni se opondrá jamás a discutir las leyes que en ese sentido se presenten, y a aprobarlas.

Ya lo sabe, pues, el Sr. Romero Robledo: entiende el partido liberal que ese art.1º es de todo punto innecesario tal y como queda; que para eso basta el cumplimiento de la ley de 1885 y de la de 1888; pero si se quiere hacer una ley que, dentro del respeto a todo derecho al amparo de la ley adquirido, tenga mayores restricciones para las declaraciones [4023] sucesivas de derechos pasivos en el camino de las economías, está dispuesto el partido liberal, no sólo a discutir esa ley, sino a aprobarla, y cuanto antes mejor. Ya sabe el Sr. Ministro de Ultramar cuál es la opinión del partid liberal en este punto.

El Sr. SAGASTA: Pido la palabra para rectificar.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene S. S.

El Sr. SAGASTA: Su señoría no ha acertado al enumerar ciertos proyectos de ley como medio de disculpar la conducta del partido conservador, porque aquellos eran proyectos de ley que modificaban la tributación, que fueron a las Comisiones de presupuestos, que allí se llamó a entidades y corporaciones para que informaran, y que en ese estado quedaron, no llegando al Parlamento; pero eso no quiere decir que no estuvieran estudiados y meditados. ¿Qué tiene que ver eso con un proyecto de ley que se estudia por la Comisión, que se presenta modificado por ésta dos o más veces de conformidad con el Gobierno y todavía no se sabe qué se va a hacer de él? Lo menos tres dictámenes ha habido, y aún no sabemos cómo va a quedar este nuevo dictamen.

Por o demás, yo insisto, Sr. Romero Robledo, en que todo lo que S. S. pretende obtener con ese proyecto de ley se obtiene con las leyes que antes he citado, con más energía que con ese proyecto, porque la ley de 1885 establece la revisión; por consiguiente, no hay más que hacer esa revisión y no lo que quiere S. S.: que unos cuantos desgraciados sean los que paguen los vidrios rotos. Allí no se establece la revisión limitándola a seis pobres maridos. (Risas.)

Respecto al porvenir, ya sabe S. S. que allí, en aquella ley, la de 1885, hay todos los medios necesarios para impedir los abusos en lo sucesivo. Ahora, ¿es que se quiere restringir las declaraciones de derechos pasivos con objeto de obtener mayores economías para el porvenir, pero respetando los derechos adquiridos al amparo de las leyes, pues esta ha sido siempre nuestra bandera? Entonces, venga todo lo que sea economía y no perturbe la marcha del Estado.



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